Entrada destacada

Plan de recuperación vital

En medio de la nebulosa mental que me asiste, a veces vuelvo a la playa de los instantes vividos, a recoger esos restos de memoria que se d...

lunes, 24 de octubre de 2016

En el río de la vida (I)

Sumergida en el río de la vida, a contra corriente me encontré con un mar cuajado de témpanos. Entre el hielo y la parálisis del frío, nadando, mantuve en superficie los restos del naufragio. Un cruel viaje del que no hay retorno y que aprendes a llevarlo como un documento más en la cartera. Fueron meses de silencio. De atonía y de comprobaciones rotundas. Ves que la distancia que lleva a la felicidad es un espejismo, una ilusión que nos recorre y nos amamanta con sabores breves. Asumes que la ausencia es la huella que deja la muerte; falta que oprime la energía y bloquea la autonomía del ser. Sólo te queda el recuerdo como dócil antídoto y material paliativo para no dejar de tener lo perdido. No posees más que la luz de tu hogar.
Las imágenes estáticas de los estantes y los rincones oscuros de la casa solitaria. No precisas nada porque nada eres. Haces del oficio y del pacto autómata por respirar el dogma de tus días. Ahorras las miradas al exterior porque comprendes que es un acto del pasado. Los brazos están en huelga, han cesado de aprehender los pretextos. No hay excusas para continuar. En el débil lenguaje de tu mente una telaraña ha trazado un esquema de dejadez que habita indolente en tus sentidos. Es el estado febril al que te rindes. La oportunidad es otro mensaje hueco del marketing que vocean los tahúres. No hay nada que logre salvar la carestía que padeces. La costumbre y las rutinas cotidianas son las cápsulas que mantienen las constantes vitales declaradas en ruina. Las emociones se interrumpen. De repente llueve. Se ha roto el templo donde buscar el sentido a las cosas. Inmovilidad, desprecio y un asco viscoso te inunda la boca. Hasta que la esperanza se entrelaza de manera tímida por las enredaderas de la noche y aunque cerramos las puertas a la capacidad de ilusionarnos, una mañana, se cuela por entre las sábanas y amanecemos otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario